19 de agosto de 2010

Final

La mirada puesta en el horizonte, las gafas de sol cubrian sus ojos tristes, la brisa del mar acariciaba sus mejillas y el viento hacia un dibujo con el foulard que llevaba al cuello, ella permanecia quieta y serena oyendo el vaivén de las olas meciendose desacompasadas, su vestido azul hacia lo mismo se desdibujaba a veces contra su cuerpo y otras la empujaba contra el viento. Atardecía sobre unas nubes rosáceas y Su solo quería ser capaz de dejar de pensarle, de dejar de nombrarle y de que aquellos aires y sonidos se llevaran consigo el recuerdo y las ganas de verle. 

Un billete, un asiento, una mirada al vacío, al cielo infinito al despegar el avión, el sentimiento de no poder decir ni poder hacer, cerró los ojos para no pensar y dejarse llevar por el hilo musical, sus ojos aparecían una y otra vez desde siempre, su sonrisa y sus cafés, sus manos y su larga melena, él aún soñaba con los abrazos que no le dió y con las cosas que no le dijo y con lo poco que hizo. Alvaro no podía resolver, organizar, saber que venía después y eso no le dejaba estar tranquilo. Pero las probabilidades que siempre le acompañaron esta vez no  auguaraban un final a sus ganas de encontrarla y compartirse, entregarse, dividirse dejarla entrar en su vida.




Estas palabras no iban a ningún lado, estos pensamientos no se dirigían a ninguna parte, eran como la nube que espera en el cielo y que sabe que pronto pasará, como la vida, todo pasa y todo se queda. La palabras van y vienen, flotan y se detienen. Y aquí estan.

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