28 de junio de 2010

.......

Esa extraña tarde Su había sentido que no estaba sola, como si un pequeño trocito de nube le acariciara la cara y secara todas esas lágrimas que por fin había derramado. Las tardes de los jueves se convirtieron en una brisa de oir y de sentir, en el vuelo de mil mariposas sobrevolando las ganas de olvidarse de todo y dejarse colgando, suspendida en ese inmenso torbellino del vivir.
Pero fuera todo seguía su curso, nada de Fran y pocos recuerdos de Alvaro.

Érase un caballo con un cuerno y dos brillantes alas, que al galopar solo lo hacía en círculos, nadie sabía por que nuestro particular unicornio era negro ni de dónde había salido, las mozas del pueblo soñaban que era un principe y que pronto se llevaría a una de ellas con su magnífico galope por los cielos, surcando el horizonte, se veían con la melena al viento y su traje de seda ondulante en el viento. Las patas de aquel animal se hacían invisibles cuando mirabas fijamente el rastro circular que dejaba, los viejos lloraban creyendo que eso no era nada bueno para su pueblo y que los niños en su afán de seguirlo caerían locos por no poder definir su trayectoría. El caso es que el caballo alado no dejaba indiferente a nadie. Una noche de Abril, el caballo místico escondió su cabeza junto con su gran cuerno y todo el mundo dice que sus patas se hicieron invisibles, su cuerpo tomo forma humana y aquel maravilloso corcel se hizo hombre, eso solo duró unas horas en las que pudo escribir con grandes letras: -Aquí amé, el amor de mis días y de mis noches está ausente pero su recuerdo volará conmigo por siempre. Después de esa noche nadie volvió a ver al unicornio negro, pero aquello que escribió quedó grabado en un círculo concéntrico.

No hay comentarios:

Publicar un comentario