13 de octubre de 2010

6. Abuelo

Mi vida dió un giro al conocer mis expectativas con respecto a la educación, me encantaba llegar a la escuela y sonreir dejando mi mochila y sentarme a esperar la retahíla de canciones , juegos y cosas por aprender , todo en una misma mañana y con alguien en quien sabía que podía estar a gusto. Mi madre ya no se iba con el pañuelo en la mano y Sara y yo estuvimos muy unidas, pensé que mi mundo había tomado un curso tranquilo , cálido y envolvente, lleno de nuevos aprendizajes y que así podría permanecer siempre., pero la vida siempre tiene esas cosas que traen consigo aprendizajes que no te propones.

Era otoño por tercera vez desde que nací, iba a cumplir dos años y mi madre preparaba la reunión familiar con mucho ánimo, había comprado una piñata con forma de estrella con cintas multicolores que colgaban de los extremos, ella sonreía siempre cuando sus ojos se posaban en los mios para decirme que lo pasaríamos bien, pero ambas sabíamos que había algo que no encajaba en esas miradas felices. Mi padre se había ido dos semanas antes y ya había avisado que no estaría para micumpleaños, cosa que me parecia muy mal, pero que por otro lado entendía, él siempre estaba ocupado con sus reuniones de empresa, sus cócteles y sus asientos bussines en aviones de lujo, en fin , ya estaba medio acostumbrada a compartir con  mi madre ciertos privilegios, por eso le sonreía mas que nunca y me abrazaba sin parar la su pierna, hasta que me decía - vale, Lena, bájate ya- cuando me subía y me pegaba a ella como una ventosa y casi no la dejaba caminar; era mi abrazo, pero es que ella era tan alta y yo tan bajita que no podía abrazarla de otro modo, afortunadamente después si que pude hacerlo muchas veces y vaya que lo necesitamos ambas, cientos de veces, sí, muchas veces.

Sólo faltaba un día para mi maravillosos acontecimiento, no se cumplen dos años todos los días y yo ya estaba deseando tirar de esas preciosas cintas multicolores. Pero una llamada de teléfono me dejó sin tarta, sin velas, sin golosinas, ni risas, ni abrazos, ni cintas porsupuesto, aún conservo algunas de ellas guardadas en mi caja de recuerdos y al verlas aún las lagrimas se escapan y no puedo contenerlas.
Nunca se sabe cómo decir adiós a lo que amas y no se sabe decir adiós cuando te das cuenta que ya no podrás decirlo. Mi abuelo se fué un otoño, un otoño como los mejores de mi vida, todo me recuerda a él con tristeza mezclada con alegría, cuando veo el banco del parque donde él y yo estabamos abandonados a la brisa, sus paseos y sus vaivenes su risa y sus meneos, sus dedos jugueteando con mi pelo y las nubes de algodón de azúcar que solía darme a escondidas para que no nos regañaran. Su andar pausado y su chaleco gris con pañuelo en el bolsillo, su boina siempre conjuntada,  su bastón con un caballito en el mango, su sonrisa de medio lado, su olor a café y sus ojos con  mirada  de leer mucho y de soñar. Todo me recuerda a él, cuando el viento sopla y siento sus besos en mis mejillas, cuando caen las hojas y giran y giro yo con ellas de manos de mi abuelo diciendome - Venga Lena, vamonos a coger moras- Pero nunca las cogimos.

Se que un día iremos abuelo, se que un día iremos a cogerlas..pero no dejes de decirmelo. Por fin entendí lo que eso significaba, ahora que ya no tengo dos años y que no me importan tanto las cintas multicolores como antes, me repito siempre que lo necesito "Venga Lena...venga...vamonos a coger moras"

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