4 de octubre de 2010

3. Pequeña

Después de pasar de los regazos, dado que ya andaba a trompicones, mis padres decidieron que ya era hora de vivir otra vez, ya que hasta ese momento se habían dedicado en cuerpo y alma a mis modo de vida, es decir, a lo que yo solicitaba en cada momento, eso por un lado era mangnífico pero por otro no me daba tiempo a practicar bien mi llanto, no sabía muy bien como era, ya que al primer -ah!- ellos ya estaban conmigo en brazos y haciéndome carantoñas. Yo veía a mamá con ojeras desde hace mucho y quizás le habría dejado uno de mis libros de pedagogía y psicología que ahora releo pero no sé siquiera si  hubiera hecho caso de lo que allí pone, a ella solo le valía abrazarme y decirme cosas maravillosas para estar feliz, con las ojeras puestas pero feliz...y yo más.
Mi pediatra decía que era una niña sana, no había mas que verme, comiendo arena en el parque, urgando en los enchufes y llevandome a la boca cuanta pelusa encontrara en mi camino. Pero si, decidieron vivir y pase a la siguiente fase....mis abuelos, que lejos de aplicarme limites esa vida era a ún mas hippy que la otra y venga, otra vez estaba a lo que yo quería...en fin, que se le va hacer así era mi vida...muy dura por cierto porque no sabéis lo complicado que es cuando eso te falta...te sientes absorto en un mundo que no te pertenece y te preguntas ¿dónde estan todos? y las risas? y las carantoñas? y dices- ah. ah, aaaaaahhhhhhh- y nada se oye a tu alrededor...me di cuenta de eso mas tarde pero ya no había remedio.

Siempre pensé que quería crecer deprisa porque así mis sueños se cumplirían y mi mundo de caramelo se desvanecería para dar paso a las ilusiones mas cuerdas y todas logradas con mérito y hacer música y crear y pintar mis ilusiones al óleo y acuarelas en definitiva, ser. Sin embargo ahora sé que lo que de verdad quería era ser pequeña, mis ganas de ser pequeña siempre, entre barro derretido en mis manos, pies por el suelo que sabría decir muy bien a quien pertenecía cada cual, botas de terciopelo que me lleven despacio a cuentos estupendos y barcos de papel que naveguen sobre olas fluoresecentes, brillantes estrellas que me bailen al son de un violín de espuma de mar y ver amanecer con miles de pájaros sonando en mis oídos y a ras de suelo rodeándome y con mis manos repletas de soles centelleantes transparentes, repartir su brillantez a todos a mi alrededor. Esta claro ser pequeña es lo que siempre he deseado.
Los psicólogos dirían que era complejo con su nombre y apellidos, que no quería crecer por temor a las responsabilidades, pero que saben ellos de lo que yo tengo por dentro, del color de mi corazón y de cómo está dividido. Mejor no oir..y seguir como una mariposa aleteando sobre la arboleda de ensueño más espléndida de mi vida.

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