7 de octubre de 2010

5. Hada

Con esto de crecer las cosas a veces se vuelven difíciles, yo no me daba cuenta pero mis padres siempre se empeñaban en pesarme y medirme y todas esas cosas que hacen los padres, las visitas al pediatra eran tan constantes que me movia en la consulta como en mi casa, hasta algunos de mis juguetes estaban siempre allí.
Menos mal que era una niña sana o eso decían los médicos. Mis padres estaban emprendiendo rumbos diferentes, empezaron a trabajar y yo pasaba horas y horas en casa de mis abuelos y en su parque al que bajaba todos los días. Cuando llegaba mi madre parecía que me iba a deshacer entre sus brazos de tantos apretones que me llevaba, luego aparecía mi padre y nos ibamos los tres en el coche a casa, los rituales eran divertidos y todo estaba controlado, aunque a veces mi padre se iba una semana y mi madre hacía vida hippy, hoy aqui mañana alli, sin horarios y viva la pepa!.
Un día eso cambió, no se muy bien si porque los adultos cambian o simplemente son las circunstancias.Mi madre empezó "su jornada" así lo llamaba ella y ahora ya no me podía dejar tanto tiempo con mi abuela, mi abuelo estaba siempre en la cama y ya no me llamaba- Lena ven, vamonos a coger moras- antes siempre decía eso, pero nunca cogimos moras. Mi abuela tenía los ojos tristes y estaba casi siempre callada, la sonrisa ya no se veia en su rostro y mi madre decidió, lo que a mi modo de ver era su solución, ella y mi padre dedicaron varias semanas a elegir escuela infantil para mi, pasaban las horas en el teléfono y en internet comparando y clasificándolas en rangos indescriptibles, se hicieron eruditos en estimulación, gabinetes psicológicos y normativas de educación...y yo esperaba que me preguntaran si queria ir o no, total a la que iban a abandonar allí era a mi ¿¿no??, por sus gestos no parecia nada bueno aquel lugar ,y hasta me daba miedo, asi que solo esperaba el fatidico día en que ocurriera y así fué.

Era una mañana con un sol espléndido, los rayos jugueteaban a traves de las rendijas de mi persiana, y se colaban presurosos, abrí los ojos y mi madre ya estaba delante con un atuendo maravilloso para mi primer día, yo no sabía que era eso, a donde me llevaban, nadie me cuenta las cosas-pensaba- Me vistieron con premura y me peinaron, fueron mis primeras dos coletas de la historia de las coletas, y así fuí a conocer aquel lugar al que ahora le tengo mucho cariño, pero en ese momento y en los siguientes momentos era  mi catástrofé personal. He de decir que jamas derramé tantas lágrimas en un mismo lugar y a la misma hora, era matemático: 9=llanto, 9:05= mas llanto y luego ese llanto se transformaba en todo lo transformable, berrido, alaridos, patadas a la puerta y agotamiento, sobre todo agotamiento, estaba claro no queria estar alli, no se porqué no lo entendían. Mi maestra, Sara,que me aprendí su nombre en cuanto la ví, intentaba tranquilizarme pero yo no atendía a nada, bueno a una cosa si, queria irme. Era curioso como todos intentaban llamarla, nana, lana, tata, chara..todo menos Sara y llegaba yo y gritaba Saaaraaaaa!!! y ella venía. Estaba claro en cuanto entienda que me quiero ir, ella sería amiga mia.
Lo que ocurrío fué que no me dejó ir, sinoque además me planteba situaciones límite....traía cosas estupendas a clase, y se sabía miles de canciones, siempre estaba sonriente y le daba igual que yo hiciera caso omiso a sus estimulantes asambleas, ella las hacía para quien quisiera..y yo empezaba a querer. En mi mundo no había una Sara mágica, algo así como una hada de color violeta que desprenda luz y alegría, asi que decidí ponerla y se quedó para siempre.

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