30 de noviembre de 2010

19. Bailarina

Ya desde hace algunos años me había dado por el baile, pero con siete me hice la idea de girar sobre una cajita de musica, como esas de los cuentos o las películas, como la del soldadito de plomo o la del cascanueces que un día fuí a ver con mi madre. Sentía un especial regocijo cada vez que estiraba en clase y mi profesora de danza se empeñaba en uniformarnos hasta en los movimientos. Mi observación jugaba un papel muy importante pero sobre todo me veía bailando sobre la plataforma giratoria y mi vida daba vueltas alrededor, ¡Qué sensación!.
Cada día de ensayo durante el curso ajustaba mis mallas y mis bailarinas rosas, estiraba los brazos lo más que podía para poder guardar el equilibrio necesario y era divertido escondernos detrás de las mesas apiladas al fondo de la sala para ponernos el traje de danza. Salía volando sobre las puntillas y mi madre me llevaba por los bordillos con mucha paciencia para que permanezca como yo quería: en equilibrio con el  mundo.

Cuando llegaba el día de la función, mis padres estaban en el teatro muy pronto, cámara en mano y me hacían un book impresionante, la felicidad de ese momento aún perdura en mi corazón cuando evoco este recuerdo, sus caras felices, sonriendo dándome en una mirada, en una sonrisa todo el amor, sencillo amor, eterno y dulce, amor como chocolate caliente o queso fundido, amor como caramelos gigantes o piruletas giratoriias, giratorias como yo de felicidad. Mis tíos y mi abuela también venían, me regalaban flores y besos, pero lo que más agradecía eran los abrazos esos pequeños montoncitos de cariño que sujetan un simple gesto, era magnífico y es magnífico poder recordarlo.

Lena, lo has hecho muy bien!!. Si, yo sabía que no era una experta bailarina sobre el escenario, pero esas palabras me hacían girar sobre la cajita de musica y sentir el mundo a mis pies, el  mundo en un paso de ballet.

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