17 de enero de 2011

23. Descripción

Sobrevolando el horizonte, solo se ven las alas desplegadas hacia el sol, el borde del plumaje color violáceo como indicando el inicio del atardecer de un día intenso  deja paso a la oscuridad, que solo podrá alumbrar la timida pero resplandeciente luna. El cuerpo de un ave sumergido en un raudo vuelo, como con ganas de no parar, de continuar desplegado girando levemente la dirección, planeando su movimiento con destino incierto.

Al  fondo y a lo lejos el bosque se desdibuja, pero se intuye lo que hay, vegetación de verdes intensos, sombrados de una ligera sensación de tarde, de gris alegre, de reflejo del viento plateado, de hojas degradando su propio verdor para parecer que no estan defindas, sin forma, sin orden, sin registro establecido, libres, verde libre, gris esperanzador.

Delante el agua,un riachuelo de vida lleno de guijarros blancos, que hace reverberar su sonido una y otra vez, pequeñas burbujas, que se agolpan queriendo abrirse paso entre lo rápido que va la corriente, como si no pudiesen seguirlas, presurosas, impacientes por llevar y llenar de vida el agua que las contiene. El rio es sinuoso, lo bordean pequeñas hierbas, algunas amapolas y lilas, gran parte de su cauce se ensombrece adquiriendo un brillo especial, es la sombra que proyecta un gran sauce que se sitúa a un lado, su tronco lleno de motas amarillas soporta una gran copa de ramas y hojas diminutas verde-amarillas que caen dejando reflejos de luz en el agua, traslúcida y cantarina. 

Mamá...mira.
Lena es precioso!, me gusta como pintas.  
Y las dos nos abrazamos mirando aquel lienzo que se llenó de vida, en el que el blanco se quedó solo en la paz de mi corazón de niña.

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