5 de septiembre de 2010

Dime

Nunca se decide si se puede o no escuchar a otro, simplemente sucede y te ves envuelto en un torbellino de palabras y opiniones cálidas a veces, otras frías como la punta de un iceberg. Pero esos decires te abrazan y sonries aunque no quieras o lloras acariciando cada una de tus lágrimas rodeando tus mejillas, lo que dicen a veces no es importante pero en ocasiones dicen tanto que no puedes dejarlos pasar. De repente te paras a pensar que haces allí y te dan ganas de salir de tumbarte en la arena, rociarte de agua y sentir sus minigotas en tu piel, correr pisando hojas de otoño y envolverte en un viento suave que te acaricie, vale la lluvia también. Hueles a limón y otras veces a rosas, hueles a brisa y a ensueño, a café........y sientes que  la vida te llama, nos llama y la oímos pero no queremos ir, solo estamos oyendo palabras una tras otra. 
Y en medio de ellas, en medio de esos decires, el silencio no te deja oir y te quedas con él y contigo.

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