12 de septiembre de 2010

Despierta

Abres los ojos, solo hay un sonido a tu alrededor, no es un murmullo, es el ágil aroma de algo familiar, no suena pero parece que si, abres un poco más los ojos y te gusta haberte despertado y aquel aroma es aún más intenso, la aventura de descubrir es lo que hace que tus pies te lleven a buscarlo, dos pequeñas manos te reciben y con un cálido abrazo te conducen por una senda cubierta de madreselvas, pequeñas flores naranjas asoman a la mañana, a esa mañana inesperada, cálida. feliz. Abres más los ojos al contemplar el gran árbol que alberga una pequeña mesa dispuesta con el mejor mantel, y todos los cubiertos colocados con precisión sobre una luz tintineante, azul, fresca. Esas pequeñas manos te siguen conduciendo y te sientas y recibes el aire con los ojos cerrados con ganas de seguir soñando, pero las risas te despiertan, la felicidad te busca y te encuentra y tú vuelves a abrir los ojos y ves esa maravilla, el reflejo de las hojas de la gran copa del árbol asoma en los ojos de esos niños que te acompañan, sus pequeños ojos lo dicen todo y no hay nada, ni una palabra para describir esas miradas, esa calidez, esa emoción y el deseo de saber que tú estás bien, alegre, feliz y miran y esperan y sonrien a tu lado, y tú sonries también aunque realmente quisieras llorar de emoción y todo, todo está precisamente dispuesto para disfrutar y dejarse llevar por esas risas, por esas manos, por esos ojos. Lo majestuoso de la brillante mañana de sol, la luz azulada, la naturaleza que te envuelve, el aroma a café recién hecho y tus tostadas favoritas, nada, nada es mejor que despertarse con esa sorpresa y saber que no es un sueño, nada es mejor que abrir los ojos  a la felicidad.

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