18 de marzo de 2014

Cuando Marzo

Un click, la cámara capto y guardó las finas gotas de lluvia que caían sobre su paraguas negro, era una tarde de invierno. No había hecho todas las fotos que quería porque se distraía con imaginar su sonrisa y pensar en su compañía.

Aún recordaba cuando la saludó en la puerta de aquella oficina de correo. Intentaba enviar una carta, de esas que se mandan con un sello que a veces hasta era divertido conservar.... y allí estaba ella y empezó otra vida distinta desde que la conoció.


Abrió la puerta de su casa, tiró las llaves y dejó la cámara en la mesilla de la entrada, a través del cristal de las ventanas se oía la lluvia que cada vez se hacía más fuerte, el día era gris pero la luz que dejaban pasar las nubes era tenue y tímida, hacía recordar que aún no era tan tarde. Se preparó un sandwich y se dispuso a disfrutar sin pensar en lo que vendría después. Cogió el papel suspendido entre los libros de la mesilla del salón, el silencio se rompió con el sonido de sus propias palabras leyendo:


Vuelve, vuelve cuando marzo se vaya y nos deje otra vez llorar con ganas. Vuelve si el sol se queda y su luz translúcida mezcla la brillantez con mis lagrimas para que no las veas.
No sigas andando en tu afán por desaparecer si la vida te hace volver la vista sobre mis pequeños pasos y mis pequeñas miradas en las hojas diminutas de las flores de los almendros. No lo pienses, también se puede querer sin soportar y amar sin sufrir, si sabes que los días estarán llenos de pequeños momentos situados en la paz de un abrazo.
Vuelve siempre y la tierra de los caminos recorridos juntos se alegrará de vernos otra vez, posándonos en ella, sin mirarla casi, porque nuestros ojos atravesarán rincones infinitos de cuadros plasmados en segundo de disparos, fotogramas animados que nos hablan de cómo somos, de como fuimos y de como seremos; pero ella lo entenderá, la tierra sencilla y serena esperará siempre a que volvamos la vista.
Vuelve si quieres, con la convicción de que ya no te espero, pero serás bienvenido a la cálida e incesante melodía de mis palabras dormidas.

Aún no podría creer como se desvanecía el tiempo en sus recuerdos, ecos sordos de un rincón de sus emociones dormidas, cuando los minutos le hacían vivir como a tantas personas en un vaivén de cotidianas luchas consigo mismo, reflejos de un tiempo tan lejano que revivía una y otra vez como esperando....esperando a que marzo acabe y empiece abril. No podría olvidarla y pensó en soñarla despierto en cada una de las flores que brotaba del almendro.






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