17 de octubre de 2010

7. Peque

Dicen que cuando uno toma conciencia y empieza a elaborar recuerdos permanentes está entre los dos y tres años de edad, pero yo empecé mucho antes, todavía recuerdo los latidos del corazón de mi madre cuando era lo más parecido a un anfibio en el medio acuático, o la cara de mi padre cuando le llamé por primera vez papá, todavía se asoma al cerrar los ojos, el olor a mi madre cuando se acercaba a darme un beso suave a la medianoche, todo lo conservo, todo lo grabo.
Mis dos años estuvieron marcados, y no es metáfora, marcados de verdad, dos puntos en la cabeza, uno en la rodilla, me tragué dos canicas, un trozo de goma de borrar, plastilina y un poquito de colonia, todo a la vez no, de uno en uno, pero mi lista se habría ampliado de no ser por mi abuela que abrió los ojos para decirme que ya estaba bien, que me haría mayor y que debía empezar a ser una niña y no un trasto. Al principio odié a mi abuela con todas mis fuerzas, pero creo que la muerte de mi abuelo hizo que ella se sienta fuerte y decidió hacer de mi lo que él hubiera hecho conmigo, mimarme y cuidarme enseñándome lo que necesitaba, fué entonces cuando ella y yo nos hicimos grandes amigas.

Todavía no entendía algunas cosas, de cómo un día podía ser tan largo y otro tan corto, porqué el agua del grifo no se acababa nunca, de cómo los mayores podían agotarse tan rápido y porqué yoseguía siendo pequeña cuando pensaba incluso mejor que otros adultos y me llamaban "peque". En fin, me dediqué a pintar y rellenar la vida de arco iris y soles inmensos, de caracoles con caparazones de colores y flores siempre tan grande como los árboles, de cielos azules con nubes sonrientes y de pájaros aleteando sin parar dando vueltas en mi mundo de papel. Miraba a la naturaleza con los ojos centelleantes del qué no puede creer lo que ve, las mariquitas en hilera o levantando el vuelo cuando no lo esperas, los nidos de cigüeña en el campanario de la iglesia del pueblo, las mariposas aleteando transparentes, los colores de las hojas, los frutos de los árboles cuando se asoman tímidos en las ramas, el recorrer del agua por caminos sinuosos pero a veces indescifrables, cuánta belleza y cuanto más cuando cierras los ojos y sigues viendo todo eso y oyes cuando te llama, oyes el murmullo de los árboles al viento y de lo que hay a tu alrededor, oyes el cantar de la naturaleza silenciosa y te ves dentro su sonido se adentra en tu corazón para que vuelvas a  abrir los ojos y puedas todavía mirar mejor.

Recuerdo las manos de mi abuela, las de mi madre, los apretones de mi padre y sus sonidos graves al llamarme, las cenas en casa llenas de risas, historias y olor a vino y café. Recuerdo el frío del invierno en patines y de mi primera vez en esquis, recuerdo la nieve cayendome en la nariz y los fuegos artificiales de aquella nochevieja, recuerdo las tardes en al piscina y mi albornoz de princesa, mis zapatillas de conejito rosas y mi peluche blanco. Recuerdo las margaritas del jardín que mamá siempre decían que florecían tarde y nos reiamos al verlas a destiempo, recuerdo mis noches, mis días, mis dos años estupendos, mis paseos y mis enormes ganas de seguir, de crecer de seguir viendo siempre así, con estos mismos ojos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario