27 de enero de 2011

Despacio

Desaparece a veces la efervescencia de lo cotidiano, deja huellas suaves como rozando con sus dedos la vida en una caricia, suma una pérdida en el aire que se mezcla con lo violeta del ensueño de todos los momentos vividos. Su ausencia es cada vez mas rotunda , se respira, pero se respira también su calidez completamente opuesta al momento en que vivimos. Los recuerdos nos van invadiendo por momentos y la soledad se ve en la capacidad de hacerse un hueco en nuestro corazón. Parece que es más que necesario sonreir y respirar, ser y estar, pero se hace cuesta arriba, y solo una voz nos llama desde el mundo que está bajo nuestros pies, escucha.... escucha esa voz y sonrie siempre, vive, ama, sueña y deja que las palabras sean las que llenen un poquito de esa ausencia y de esa inesperada partida.

25 de enero de 2011

25. Leer

Cada uno de los años siguientes transcurrienron deprisa, era como si yo misma no me detuviera a soñar en los mundos que siempre me acompañaron, disfrutaba del aire del sol y de la compañía maravillosa de mis inseparables amigas de siempre. Bajaba a tomar helados, a patinar, a pasear por la montaña, a decir y reencontrarme en esas acciones, en esa frases, en ese nuevo mundo plano y sin sobresaltos. Una nueva etapa se abría a la más esperanzadora vida.

Mi profesora de 6º que en ese entonces llevaba el pelo rojizo y parecía que en lugar de peinárselo lo despeinaba, porque lo traía indescifrablemente alborotado, nos propuso una actividad  en clase, debíamos hacer una redacción de tres páginas de una pasaje de nuestra vida y entregarlo en dos semanas. Para mi el mundo se detuvo, cuando me puse delante de ese trabajo, no sabía si volver a despegar los pies del suelo y dejarme llevar o simplemente hacer como todas mis compañeras, contar las cosas sin más...es difícil decidir cuando tus palabras callan y tu corazón está dormido, no lo supe hasta ese momento.

Busqué aquel cuaderno de gomas fuertes que un día cerré y guardé, pero no lo encontré por ninguna parte. Pregunté a mis padres, a mi abuela y lo busqué otra vez sin éxito...su búsqueda se convirtió en una incesante intranquilidad, en realidad no sabía volver a empezar, a respirar mis sueños, mis propias alas no se abrían y ya no sabía cómo volver a  mi mundo especial. Mi madre intentó animarme y empezó a contarme pasajes de mi vida...infinitos, de cuando empecé a nadar, de cuando iba y venía con el abuelo de la mano, de cada otoño, de cada verano y de los inviernos sin gorros ni bufanda corriendo todos detrás...que se resfría la niña!, pero eso era lo cotidiano, lo previsible, lo vivido y yo era más cosas.

Decidí cerrar los ojos y mirar hacia adentro, eso dicen los psicoanalistas que vienen siempre bien, pero no se si ellos lo han hecho porque a mi no me sirvió de mucho, en realidad pienso que lo dicen para impresionar o quien sabe porqué, sopesé otros métodos como recordar, pintar, hacer dibujos, etc. Pero nada me valía.
Ese fin de semana mi abuela me llevó al ballet, la gran obra de Cascanueces estaba ante mi, espléndida, mágica, llena de ilusiones y sueños, rosa y fina, suave como un pequeño cristal, pero no me ayudó mucho. Volvía a casa triste y mi abuela preguntó si es que no me había gustado el ballet, le dije que si muy bajito,y entonces me llevó a una gran papelería de esas en las que hay mesa para los niños, alfombras de cuentacuentos, estanterías repletas de un sinfín de títulos, allí estaban todas las historias, todas las letras, todas las palabra y sensaciones....y de repente ese mundo se abrió ante mi, cogí el cuento de cascanueces, lo abrí y al empezar a leerlo todo se volcó a mi alrededor, ahora estaba entre elfos, duendecillos y  gnomos, entre ratones y soladaditos de plomo, entre bellas marionetas y princesas, bailarinas, todo era otra vez y  todo no era a la vez.
- Lena, nos vamos? Quieres ese  libro?
- Si abuela...y ...GRACIAS!!! y le día un gran abrazo por devolverme a mi y a mis sueños, ella nunca lo supo. Yo ya no dije. Había vuelto a soñar.....

24 de enero de 2011

24. Nadie

Desde los días que al parecer pasan sin sentido, mi vida iba creciendo en palabras, en explicaciones, en saberes y en razonamientos. Lástima que la vida no sólo se llena de eso, también están las dudas, los temores, los sueños y las frustraciones. 
Desde los días, la vida se me iba quedando pequeña, como mis 10 años, pensaréis que la vida nunca es demasiado pequeña, pero para mi si lo era, y un torbellino de penas a veces, inundaban mis razones de colores cálidos y azules.
Pensaba en lo lejos que quedaban entonces los unicornios rosas con cuerpos alados, lo borrosos que se hacían los días de otoño de algodón de azúcar, la ausencia de la mano que te acompañó y que ahora está a dos metros de ti, los brazos que te acunaron y ahora ya no te cogen, los ojos que ya no te miran solo en ocasiones especiales, la ternura de un beso, las palabras que se quedan y se callan pero que tú esperas y a veces no debes..no debes esperar.

El desvanecimiento de una infancia me hacía pensar en que crecer quizás no era tan buena idea, que mis ganas de ver y sentir el mundo a mis pies debía ser más despacio, pero los días y su ritmo vertiginoso no se detienen, no paran, no se resuelven. 

Atrapé mis sueños en un libro cerrado con gomas lo bastante fuertes para no abrirlo jamás, que nadie leyera mis pesadillas, mis ganas, mis gritos al vacío y mi modo de levantarme en el vuelo de mis sueños, que nadie lo oliera ni a café, ni a chocolate, ni a frambuesa ni a campanillas perfumadas, que nadie se acerque a mis secretos sombríos, a mis razones, a mis miedos y a mis explicaciones de como veo el mundo con mis gafas azules. Atrapé mis letras y mis sentidos, mis palabras y mis sollozos, mis ganas de pedir y mis ganas de preguntar, atrapé mis cosas, mis eternas cosas valiosas que aún conservo. Atrapé mis ganas, mis sueños y mi corazón acongojado. Atrapé mi mundo sin dejarlo salir.

Una Lena cambiada, crecida, con ganas de ser adolescente. De ver el mundo con ojos risueños, con esperanzas de que lo amarillo sea amarillo y lo verde verde, que lo pequeño sea pequeño y se albergue en mi corazón como lo grande. Una Lena, hija, y alumna, libre y sonriente, una vida de aprender a tropezar sin soñar.

Aunque por las noches, cuando la luna silenciosa aparecía en el cielo negro debajo de mi piel  o en un rinconcito de mi cabeza, de mi corazón, de mi respiración ...se oía bajito: vuela Lena, sigue volando....y yo cerraba los ojos, como ahora y me dejaba llevar.

17 de enero de 2011

23. Descripción

Sobrevolando el horizonte, solo se ven las alas desplegadas hacia el sol, el borde del plumaje color violáceo como indicando el inicio del atardecer de un día intenso  deja paso a la oscuridad, que solo podrá alumbrar la timida pero resplandeciente luna. El cuerpo de un ave sumergido en un raudo vuelo, como con ganas de no parar, de continuar desplegado girando levemente la dirección, planeando su movimiento con destino incierto.

Al  fondo y a lo lejos el bosque se desdibuja, pero se intuye lo que hay, vegetación de verdes intensos, sombrados de una ligera sensación de tarde, de gris alegre, de reflejo del viento plateado, de hojas degradando su propio verdor para parecer que no estan defindas, sin forma, sin orden, sin registro establecido, libres, verde libre, gris esperanzador.

Delante el agua,un riachuelo de vida lleno de guijarros blancos, que hace reverberar su sonido una y otra vez, pequeñas burbujas, que se agolpan queriendo abrirse paso entre lo rápido que va la corriente, como si no pudiesen seguirlas, presurosas, impacientes por llevar y llenar de vida el agua que las contiene. El rio es sinuoso, lo bordean pequeñas hierbas, algunas amapolas y lilas, gran parte de su cauce se ensombrece adquiriendo un brillo especial, es la sombra que proyecta un gran sauce que se sitúa a un lado, su tronco lleno de motas amarillas soporta una gran copa de ramas y hojas diminutas verde-amarillas que caen dejando reflejos de luz en el agua, traslúcida y cantarina. 

Mamá...mira.
Lena es precioso!, me gusta como pintas.  
Y las dos nos abrazamos mirando aquel lienzo que se llenó de vida, en el que el blanco se quedó solo en la paz de mi corazón de niña.

15 de enero de 2011

22. Otro

Otro más, otoño llegó con sus hojas doradas, resplandecientes, por los caminos sinuosos que atravesaba a diario  para volver a casa de la abuela a comer. Era señal de que tenía 9 años y mis amigas y yo íbamos a caminar por un bosque de la sierra ese fin de semana para pasar un rato divertido juntas. Mis padres me regalaron muchas cosas libros, porque me encanta leer, una mochila con ruedas rosa con una minimuñeca patinando, un jersey de cuello vuelto rojo y con líneas doradas que parecia de navidad y recibí muchos regalos más, lo pasé muy bien y sin darme cuenta me fuí haciendo mayor, había cruzado una delgada línea para ser una niña autónoma, independiente, ahora opinaba y decía, preguntaba sin ningún cuidado, sin sosiego, sin calma, ahora mis preguntas eran del mundo, de lo que quería saber de lo querría algún día decir sin tropiezos.

Minuciosamente recopilaba recortes de los recuerdos maravillosos de mis años pequeños, mis cosas, mis tesoros, los iba enlazando uno a uno como si tejieran en sí mismos una historia sin palabras, como aquellas historias mudas de antes, de la época de mis abuelos, entretejían en cada superficie un halo de melancolía y de ganas de ser yo otra vez, y cuanto más las miraba más feliz estaba de tenerlas. Ahora las veo, una  a una y recuerdo a la perfección el trocito de felicidad que me trajo cada una de ellas, ensombrecen a veces mi vida actual, pero me brindan la oportunidad de despegar los pies del suelo y volar.....hace mucho que no vuelo.

Mi madre me aficionó a la pintura y descubrí a que a través del color también podía sentir y decir, soñar y recorrer caminos distintos, y empecé a pintar, el lienzo blanco sobre el caballete me daba la sensación de encontrarme, y me veía dentro de ese manto blanco como nieve, como nube, como espuma y me diluía y me vaciaba y me llenaba de ese blanco, para llenarlo de color y de sueños.

12 de enero de 2011

21. Princesa

Volando seguía la vida mi alrededor, mis viajes en verano, las casas de mis abuelos con olor a café y pan tostado, mis amigos de verano, los de invierno y los días al sol al borde del mar, mis pies y de fondo lo azul, el cielo y el mar separados por una insólita línea. Sin duda los días de verano, cálidos, claros, frescos y con manchas rosas en el vestido, de tanto helado durante el día, sin duda, sí ; esos eran los días de paz, esos eran los de crear y volar como la vida misma.

Mi melena, empezaba a ser acariciada cada vez que me sentaba mirando las olas, como vuelven y se van, como terminan sin acabar y como su sonido estalla en tu corazón pero te deja paz. Mi madre siempre estaba con sus manos suaves acariciando mi melena, quizás porque no entendía muy bien por qué miraba absorta el mar que me seducia con su magnífico azul, ella no imaginaba que los granos de arena pegados en mis pies eran para mi rubíes centelleantes de luz que me recordaban a las princesas de los cuentos, esos cuentos fantásticos que se les dice a los niños sin pensar . Soñaba con cenicientas y carrozas de calabazas tiradas por ratones, con hermosas doncellas esperando en una torre o con aquellas que se enamoran de bestias feroces pero las princesas de mis sueños, no solo eran rosas y dulces, con coronas de sol y flores que les rodeaban, también eran valientes y fuertes, capaces de cruzar una mazmorra lllena de serpientes, buscar sin parar, caminar sin descanso y volar sobre seres inimaginables, mis princesas se llenaban los bolsillos de ganas de correr hacia un abismo y mirar hacia abajo porque quizás allí estarían los mejores secretos guardados para cruzar al otro lado, mis princesas buscaban el inicio de la luz de un arco iris de colores desordenados, buscaban el principio de una historia arriesgada, no les importaban los principes apuestos ni azules, ni los valientes guerreros, ni los bufones, ni siquiera los poetas; a mis princesas les encantaba contar y seguir en la historia mientras alguien acariciaba su melena  y así seguir......sin fin.

11 de enero de 2011

20. Pluma y papel

Las ideas te dejan de golpe a veces, creo que eso era señal de que me iba haciendo mayor. Tener ocho años implica responsabilidad pensé cuando abrí mi primer regalo: pluma y cuaderno de piel. 
En él decidí escribir todo cuanto ocurriese en mi mundo interior, nada menos que una emprendedora lucha de creer y saber, de soñar y perder.

Mi letra era clara y redonda, los cuadernillos Rubio habían hecho gran parte de su trabajo y en el intento de ser cada vez y de expresar cada vez, todavía la letra era más clara y transparente.
Me vi allí, frente al papel satinado, color hueso, pequeñas arrugas desdibujaban sus sinuosas páginas con borde dorado, pues si que lo ha buscado con detalle mi madre, pensé. La pluma se deslizaba suave, como bailando sobre aquellas páginas, débil y sutilmente, se adentraba en cada partícula del papel que se detenía pensando.
Y yo no podía seguir, no me salia nada...mis pensamientos eran en ese momento difíciles de expresar, mis sueños estaban rodando sobre montañas nevadas o quiza flotando sobre aguas cristalinas en algún riachuelo al borde del camino sinuoso de algún bosque sombrío, mis palabras desechas sobre el aire, cada letra, cada sonido se lo llevaba el viento como un eco silencioso por caminos de niebla, de nube, solos y vacíos.

No pude seguir, no pude decir ni escribir, había pensado que no pararía, que seguiría sin fin, como siempre, como cuando te ries y te sigues riendo aunque ya hayas parado de reir, como un movimiento contagioso que hace que sigas y sigas, pero no, no pude.

Y solo llegué a escribir casi sin pensar y sin saber, sin darme cuenta de la pluma recorriendo el papel.

Cerré aquel cuaderno pensando en no escribir más y jugar como todos los demás niños, coger la bicicleta y llamar a mis amigas y soltarnos la melena y con el viento en contra pedalear, comer chuches y decir que revista leeré mañana, parar en una papelería y comprarnos comics para saber la continuación de una historia de aventuras, una historia de amor o una historia de magia....y seguir así...sin detenerme, sin contar y sin decir.....sin escribir.

Pero siempre se vuelve, y yo volví, abrí el cuaderno...y solo leí:

"Te quiero mamá"

Entonces me dí cuenta que si que había escrito mucho.